lunes, 16 de julio de 2007

LA POSADA

Aún recuerdo estar componiendo el boceto del nacimiento en una servilleta de papel en una cafetería con la compañía de algunos hermanos de la Hermandad de la Virgen del Carmen.
Era para mi una ilusión, un reto y, por qué no decirlo, una responsabilidad que todo saliese bien, pero en ningún caso dudé si hacerlo o no ya que Mari Carmen y María José habían depositado su confianza en mí y no podía defraudarlas.

Desde aquel momento procuré disfrutar de todo el proceso, sacar lo mejor de mí mismo, compartir, hacer algo desinteresadamente por los demás y sin querer nada a cambio.

Fue una semana de trabajo intenso, de alguna forma tenía que plasmar aquel nacimiento dibujado en un papel en el material que iba a utilizar, el porexpán, y como herramientas el cutter y mis manos.

Bien es cierto que la tarea no estuvo exenta de dificultades. No olvidaré nunca aquel último día de trabajo en que me dirigía a la Parroquia de San Sebastián y en todo el camino sólo pensaba en una preocupación, el no poder terminar el nacimiento porque nos faltaba material y realmente estaba algo angustiado, cual no sería mi sorpresa cuando en un contenedor de basura próximo a la iglesia vi un puñado de planchas de porexpán. No me lo podía creer, sin duda fue el mejor regalo de Navidad que pudo hacerme la Virgen del Carmen.

La celebración de la Misa del Gallo fue muy especial, de alguna forma me sentía como aquel posadero que dio cobijo a José, María y al Niño Jesús.

Gracias a todos los que colaboraron, sin vuestra ayuda no hubiera sido posible, y cómo no, a la Virgen del Carmen, la Reina de las Huertas.

Raúl Fernández Vargas