lunes, 16 de julio de 2007

"MARÍA INAUGURÓ LA PARTICIPACIÓN DE LA IGLESIA EN EL SACRIFICIO REDENTOR" EN "EL SACRAMENTO DEL AMOR

La primera Exhortación Apostólica el Papa Benedicto la ha dedicado al Sacramento de la Caridad. Si estamos atentos no se cansa el Papa de hablarnos del AMOR. Curiosamente estos días en Asís descubría el gran "Secreto de Francisco de Asís" diciéndonos que era "EL AMOR". Ciertamente si somos sensibles al Evangelio, todo se puede reducir a AMAR. Ahí está todo y sin el AMOR no hay nada por mucha parafernalia que nos empeñemos en celebrar.

En este documento en el n. 33 habla el Papa de la relación de la Eucaristía con la Virgen María. Todo él es interesante. María es presentada como Icono de la Iglesia. Con textos de Pablo VI y del Concilio Vaticano el Papa Presenta a la Santísima Virgen como la oyente que desde la Concepción Inmaculada acoge la Palabra de Dios que se encarna en su seno y con su Asunción a los Cielos en cuerpo y alma es una señal de esperanza del fruto escatológico de la Eucaristía. María en visión conciliar cooperó de forma activa y positiva a la obra de la Redención, compartiendo con entrañas de madre los sufrimientos del Salvador. No recuerda el Papa lo que Juan Pablo II, rememorando a los Santos Padres nos dijo que "la carne de Cristo es la carne de María" y que "la sangre de Cristo es la sangre de María".
Sin embargo, después de recordarnos como Cristo nos la entregó por Madre en la Cruz nos recuerda: " Desde la Anunciación hasta la Cruz, María es aquella que acoge la Palabra que se hizo carne en Ella y que enmudece en el silencio de la muerte. Finalmente, Ella es quien recibe en sus brazos el cuerpo entregado, ya exánime, de Aquel que de verdad ha amado a los suyos "hasta la muerte"(Jn.13,1). Hay dos expresiones del Papa que todos los años en los Vía-Crucis de la Catedral resalto de manera especial. Ante todo "La Palabra que en la Cruz se hace silencio". A mi me conmueve e impresiona. Y después el Papa recuerda ese paso que no está en los Evangelios, pero que la tradición ha recogido de "Jesús muerto en los brazos de su Santísima Madre". En esa escena la llamamos "Virgen de las Angustias", "Virgen de la Piedad" y "Virgen de la Caridad". Siempre he comentado que jamás tendrá el Cuerpo de Cristo una patena más limpia, más pura y más rica que la que en el Calvario la ofreció al Padre. En la primera Misa, en el primer Sacrificio la patena oferente fueron las manos limpias y puras de la Santísima Virgen. Si "tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo a la muerte y muerte de Cruz"; el gran signo de Amor sin medida fue Cristo muerto en los brazos de María. ¡Qué Icono y que modelo para celebrar cada día la Eucaristía! Con limpias manos y puro corazón levantar cada día el Cuerpo y el Cáliz con la Sangre de Jesús al celebrar el Sacrificio y recibir el Sacramento con limpio corazón y viviendo la Comunión de los Santos con María.

Es la Eucaristía el corazón y culmen de la Iglesia. Es la Eucaristía la Fuente de Agua viva que nos hace saltar hasta la Vida Eterna. Sí la Eucaristía es la que hace a la Iglesia; pero somos la Iglesia que cada día hacemos la Eucaristía y esa Iglesia de cada día celebrante y oferente abarca Cielos y tierra con todos los Santos, Apóstoles, Mártires y la Madre de la Iglesia, y peregrinos que con sus ministros consagrados son con el único Sacerdote Cristo, la Cabeza y el Pastor que levanta sus manos al Cielo diciendo "por Cristo con El y en El".

Juan López Martín
Canónigo de la Catedral